Comentario
La unión de las coronas de Castilla y Aragón tras el matrimonio de Isabel y Fernando supondrá el inicio del declive para Cataluña y su capital. El centro de gravedad de la Península fue trasladado a Castilla, con mayor potencial económico y una mayor población que el reino aragonés. El representante del rey será un virrey, encargado del gobierno de estas tierras. El rey Carlos I puso su empeño en la construcción de la muralla del mar, la gran obra pública del siglo XVI.
La tensión existente entre la monarquía y los poderes públicos catalanes estalló con motivo del proyecto del conde-duque de Olivares denominado "Unión de Armas". Según este proyecto, el Reino de Aragón debía aportar una cantidad determinada de soldados al ejército imperial. La respuesta no se hizo esperar y Cataluña se alzaba en armas en el año 1640. El 7 de junio, día del Corpus Christi, grupos de segadores que estaban asentados en las puertas de Barcelona entraban en ella. Es el llamado Corpus de Sangre, jornada en la que el propio virrey, marqués de Santa Coloma, fue asesinado. La guerra durará once largos años en los que las tropas de Felipe IV asediarán en varias ocasiones la ciudad. El monarca consiguió la victoria y selló unos pactos con el gobierno de la Generalitat por los que se mantenían y respetaban los fueros, si bien en Barcelona quedaría establecida una guarnición permanente y se perdían todos los privilegios militares.
Tras la muerte de Carlos II sin descendencia y el posterior conflicto sucesorio, Barcelona tomaba partido por el archiduque Carlos. Tras trece meses de duro asedio, la ciudad caía en poder de las tropas de Felipe V el 11 de septiembre de 1714. En la defensa de la capital catalana se distinguieron especialmente el general Antonio de Villaroel y Rafael de Casanova, "conseller en cap" ante cuya estatua se deposita una corona de flores cada once de septiembre, "Diada Nacional de Catalunya". Con motivo de la capitulación, Felipe V suprimía las principales instituciones urbanas -el Consell de Cent y la Universidad- e imponía los Decretos de Nueva Planta, por los que se eliminaban los anteriores privilegios forales. En el barrio de la Rivera se alzaba una nueva fortaleza militar en la que los adversarios del régimen eran encarcelados, cuando no ejecutados. Sin embargo, Barcelona verá como a partir de la mitad del siglo XVIII se experimenta una importante recuperación demográfica y económica.